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Días de Ramiro

Pequeño

No sé que hacer, Dios mío. Son el hombre del presente, el hombre moderno, la esencia del no saber qué hacer. El hombre masa de atasco y veraneo en la playa. El hombre vertiginoso, el hombre voraz. Tengo que hacer algo que lo recuerden por los siglos. Quiero entrar en la posteridad. Aspiro como ser humano a la inmortalidad de grano grueso y busto en un parque. Pero qué más dará. Nadie hablará de nosotros y lo oiremos cuando hayamos muerto. Nadie.

 Esto te puede llevar a reflexionar, que no es lo mismo que flexionarte un par de veces, que en el fondo TODO da igual. De aquí a un par de siglos como si no hubieras existido ni para ti ni para nadie. Estamos condenados al olvido eterno. Es lo que llamo la humildad forzada. Cuando te hablan del tamaño de la galaxia, del número de estrellas en el universo, de la edad del sistema solar te das cuenta cuan insignificante eres. Motas de polvo.

 Algún día escribiré algo que merezca ser leído. Lo prometo.

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